Nadie fue
27/12 – 09:30 - Que el sistema previsional está en crisis no deja lugar a dudas. Que el horizonte que se le presenta a corto plazo es aún más crítico, es a todas luces previsible. Que el sistema debe ser actualizado dado el crecimiento de la expectativa de vida y el mejoramiento de las condiciones de trabajo y del hábitat del trabajador, es razonable. (Por: Héctor Barabino para OPI Santa Cruz)
Lo que es inadmisible es que los autores intelectuales y materiales del descalabro del sistema intenten eludir su responsabilidad histórica, y se constituyan en una suerte de grupo de rescate y salvamento de las víctimas de la catástrofe que ellos mismos provocaron. Y como si fuera poco, levanten el dedo inquisidor sobre las cabezas de gremialistas u opositores como si en veinte años la provincia hubiera sido gobernada por otro que no fuera el Frente para la Victoria, sin interrupciones, ni oposición, ni palos en la rueda, ni medios golpistas
El gobierno insiste en hablar de déficit porque no quiere ni escuchar la palabra desfinanciamiento.
El desfinanciamiento no existe, no está. Ni en los balances, ni en los libros, ni siquiera figura en el diccionario. El déficit en cambio es real, se puede palpar, está en todos los discursos oficiales y en los títulos de los diarios, y por eso la nación asiste económicamente a la provincia, “para cubrir el déficit de la caja” se convencen los funcionarios repitiendo la frase como si fuera un karma.
Más allá de la semántica surge una verdad irrefutable: si después de veinte años una cuenta es deficitaria es porque en algún momento dio superávit. Por lo tanto algo sucedió en el trayecto que va del balance positivo al rojo inexplicable.
Y lo que ocurrió fue que desde 1991 la Caja sufrió un proceso de vaciamiento el que aún aceptando que no haya sido deliberado las autoridades no pueden decir hoy que ignoraban las consecuencias que tendría sobre el sistema tantos años de pago de salarios en negro, evasión de aportes, regímenes de excepción, balances sin realizar, y cuentas sin rendir.
El gesto socarrón de los funcionarios reconociendo que “por un error de tipeo” en la redacción de la ley en lugar de aportar 15,5 puntos al régimen docente el estado solo pagaba 5,5 es una muestra de la irresponsabilidad y la ligereza con que el gobierno manejó la previsión social en Santa Cruz.
A instancias de ese “error de tipeo” ocurrido en 1992 que el gobierno sostuvo durante 18 años, por cada sueldo docente de 800 pesos que el estado pagaba con cargas sociales, la Caja de Previsión en lugar de recibir 236 pesos (124 pesos de aporte patronal, y 112 pesos de aporte del empleado) ingresó a sus arcas 156 pesos, esto es un 34% menos de lo que realmente correspondía inyectar al sistema.
Si la ecuación ideal establecía que 3 activos pagaban el haber de un jubilado, a partir del “error” la caja de jubilaciones de Santa Cruz tuvo que hacerse cargo del dinero faltante por obra y gracia de la pifia mecanográfica de un escribiente desatento.
En 1993 el presupuesto provincial contabilizaba 3836 docentes los cuales -siempre en base a un salario promedio con cargas sociales de 800 pesos- tendrían que haber aportado al sistema 11,76 millones de pesos por año pero en realidad aportaron 7,77 millones de pesos, es decir 3,99 millones menos, lo que constituye el embrión del descomunal vaciamiento que hoy le estalla en las manos al gobierno.
Los casi 4 millones de pesos anuales que la administración K dispuso unilateralmente no pagar al régimen de los maestros durante 18 años acumula una suma superior a los 70 millones de pesos a valores históricos, los que actualizados aún con los caprichosos índices de Moreno arrojan una cifra que sino supera, al menos amortiza el rojo previsional que desvela a los funcionarios.
Decir que el gobierno “dispuso” no pagar es porque no solo tomó la decisión de no hacerlo sino porque además “hizo la ley”, por lo cual ningún funcionario tiene que rendir cuentas por su inconducta porque en rigor no transgredió ninguna norma. La rigurosa Ley Penal Tributaria rige para otros estadios de la civilización.
Si a esto se le suma el adicional por presentismo sin aportes y los aumentos por decreto de sumas fijas no remunerativas que una vez alcanzada la jubilación del trabajador pasaban a formar parte de su haber sin que la Caja haya percibido un solo peso por esos conceptos, no puede sorprender a nadie el alarmante desequilibrio que en la actualidad presentan las finanzas previsionales.
Un cálculo rápido y sin demasiadas pretensiones arroja luz sobre los oscuros números del gobierno.
¿Iluminará también a los diputados que por estas horas tienen en sus manos la decisión de votar una nueva reforma a un régimen previsional quebrado por causas de las que nadie quiere hacerse cargo aunque los responsables y las víctimas estén claramente identificados?. (Agencia OPI Santa Cruz)
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